
La envidia es un sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas tangibles e intangibles.12 La RAE la ha definido como tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee.3
Justo esta interacción de sistemas hace que para algunos autores, la envida sea una emoción, para otros un sentimiento, una conducta, un rasgo de personalidad o incluso una serie de desequilibrios de mensajeros químicos: serotonina, norepinefrina, coristisol, dopamina y más.
En los casos más graves cuando se experimenta una emoción negativa, puede llegar a casos patológicos como lo señala Goleman (1977): la ira en extremo se convierte en violencia y odio patológicos; la tristeza en depresión grave y el temor en fobia o pánico. La envidia es destructiva, y sin control puede llegar incluso hasta el asesinato.
Un envidioso es incapaz de ser caritativo, es malicioso, injusto, hostil y actúa con resentimiento.
Es el mal de ojo de la época de nuestros abuelos, pues quien poseía alguna cualidad o bien, era envidiado y una forma de protección o amuleto, aún en nuestros días, es portar una semilla llamada “ojo de venado” o un listón rojo.
La envidia, en su mejor versión, representa considerar favorablemente lo que los otros poseen y aspirar a tener las mismas cosas por uno mismo. La envidia y la codicia son las fuerzas que motivan la ambición y sin ambición no se logra nada verdaderamente importante.
V. Rykov.
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